
Con mucha ilusión, casi cuarenta expedicionarios, entre los que se encontraban dos niños de corta edad, iniciamos la marcha de verano en el primer viernes de julio, siendo nuestro destino el parque natural del río Duratón, un bello afluente de la margen izquierda del río Duero, famoso por sus espectaculares paredes de rocas, que llegan a alcanzar los 100 metros de altura, entre las que discurren sus hoces.
Nos hospedamos en un hotel situado en la misma presa de Burgomillodo y comenzamos nuestra marcha al día siguiente en Sepúlveda, una pequeña población medieval, desde donde realizamos dos preciosas rutas en las que pudimos avistar gran cantidad de aves rapaces en pleno vuelo: milanos, halcones, búsares, águilas y buitres leonados, surcando el cielo entre la fina lluvia que nos acompañó durante la mañana.